Pues bien: la periodoncia tiene a su cargo precisamente el diagnóstico, tratamiento y recuperación de todos aquellos tejidos y estructuras situados alrededor de la raíz, como por ejemplo el hueso y las encías.
Las enfermedades que más frecuentemente afectan a los tejidos que brindan soporte a los dientes son la periodontitis y la gingivitis. Esta última se manifiesta como una inflamación a nivel de las encías ocasionada por bacterias y cálculos minerales depositados en las piezas dentarias, debajo y sobre la encía. De no ser revertida apenas aparece, esta inflamación podría ocasionar un sangrado que no se detendrá hasta que se hayan eliminado convenientemente todos los elementos que lo ocasionan.
Si la gingivitis no es tratada en tiempo y forma, puede derivar en otra dolencia denominada periodontitis, que constituye una etapa superior en la cual el inconveniente ya no afecta solamente a la encía sino que además involucra al hueso cuya misión es dar soporte a la pieza dentaria, pudiendo dar lugar a pérdidas óseas y, como producto de ello, a cierta movilidad de los dientes.
La buena noticia es que ambas enfermedades pueden prevenirse mediante buenos hábitos de higiene y el correspondiente control odontológico cada seis meses. En caso de que la enfermedad ya se haya desplegado, podrá eliminarse recurriendo a una profunda limpieza –tarea que debe quedar en manos del odontólogo-; y luego el paciente deberá conservar la zona perfectamente higienizada.
Cuando se llega a manifestar la periodontitis, la parte ósea dañada no es factible de recuperación; lo que se logrará con un buen tratamiento es evitar que la dolencia se expanda y siga destruyendo tejidos, que luego podrían derivar en inconvenientes para la salud, la estética, las relaciones sociales y la autoestima del paciente.